La Educación: Clave para Superar una Sociedad Polarizada

La Educación: Clave para Superar una Sociedad Polarizada

En la actualidad vivimos en una sociedad altamente polarizada y líquida, lo que significa que estamos muy divididos en términos de valores, reglas, comunicación, ideas políticas, capacidades, etc. Además, la inmediatez es una de las palabras que representa el siglo XXI.

Los debates sosegados, puestas en común, reflexiones e individuales que se transforman en respuestas a problemas colectivos, al igual que interacciones sociales cada vez más mediadas por pantallas y tecnologías que hacen que nos desconectemos en muchos casos de la vida real, de barrio, del conocer, así como la cultura de la cancelación y el odio en redes sociales por cualquier cosa, de forma desmesurada y contextualizada, son elementos que comienzan a vertebrar nuestras vidas.

Recuperar todas aquellas tradiciones culturales que precedían a estas sociedades líquidas y aunar los elementos que conforman las nuevas generaciones son la clave para mirar al futuro de forma que los problemas expuestos puedan ser respondidos en algún momento, evolucionando y permitiendo que aprendamos de nuestros errores para lograr una sociedad de bienestar sin igual. Si bien todo esto es la puerta que, una vez abierta, nos permita progresar, la llave es la educación, y todas sus facetas son importantes, no por ser preescolar es menos importante, quizás incluso más.

La educación, sólo en términos estadístico-financieros, según la OCDE (Organización para la Cuoperación y el Desarrollo Económicos), podría suponer un aumento significativo considerable en el desarrollo de los países. Diversos estudios señalan que una sociedad con buenos índices educativos puede aumentar el PIB (Producto Interior Bruto), entre un 4% y 7%.

Por otro lado, la opresión de las mujeres, el racismo, el cambio de paradigma en recursos fósiles, el cambio climático, la pobreza, falta de agua, exclusión de minorías étnicas o aceptar la diversidad sexual son algunos de los grandes retos que se van a enfrentar en esta primera mitad del siglo XXI. Construir sociedades equitativas, justas y autónomas, con ambición y soluciones para reinventarse son los objetivos que todas las naciones deberían tener en el punto de mira; ya que los beneficios, no sólo económicos, de estos principios que hemos comentado, llevarían a un estado de bienestar sin igual.

Cambiar el punto de vista de multinacionales, estados y población general para ver la educación, en todas sus fases, como una inversión y no un gasto, sería el primer punto a nivel político se debería tratar en cualquier situación.

Las entidades educativas, gubernamentales, económicas y sociales juegan un papel importante en los procesos formativos que preparan a los individuos para la vida común. Logra afianzar actitudes, conocimientos, valores y conductas que permiten a una persona formar parte de la sociedad y el entorno que lo rodea. De esta manera podrá contribuir con el objetivo de preservar el avance educativo y mejorar todo lo que afecta su desempeño en el mundo, creando de este modo individuos con libertad, equidad, responsabilidad social, conciencia crítica y mora. Si bien es cierto que, al ser los garantes y legisladores del funcionamiento del sistema educativo, los aparatos del estado actúen mediante una propagación ideológica para con sus valores y posiciones. Recordemos que Marx defendía que el sistema democrático es un ente al servicio de la clase burguesa, por lo tanto, el estado burgués buscaría siempre perpetuar su estatus mediante las herramientas a su disposición.

Gracias a debates planteados por pensadores como Noam Chomsky se ha ido cambiando esa visión ortodoxa de la educación. Se han ido introduciendo conceptos al debate ideológico del fin de esta, y cuál es el papel que juega en la sociedad. Para este filósofo no se trata de verla en bajo el concepto de una inversión económica al uso, que se enfoque en generar crecimiento económico y del producto interior bruto. Se trataría más bien de formar individuos que sean conscientes de los logros culturales del pasado y aportar a ese legado. Una educación como el propio Chomsky indica: “del tipo que, por ejemplo, Bertrand Russell, John Dewey y otros tenían en mente”.

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